Texto por Pepe Iglesias
@sound_exposure
Katie Crutchfield, también conocida como Waxahatchee, siempre se me ha escurrido de entre los dedos. Escuchar sus álbumes (principalmente Ivy Tripp del 2017 y Out In The Storm del 2017) es como tener una conversación con alguien interesante sobre algún tema del que no sabes mucho, y a pesar de que le pongas muchísima atención a la otra persona, no recuerdas nada al día siguiente.
Eso me molestaba especialmente porque Crutchfield es una increíble compositora. Sus canciones tienen un rango que va desde himnos etéreos de indie-rock hasta odas sureñas sobre la juventud y cómo el mundo no está esperando a que le alcancemos. La situación cambió con Saint Cloud. Comenzando con sus tres excelentes sencillos previos, los cuales me dejaron más entusiasmado por este, que por cualquier otro lanzamiento del primer cuatrimestre del año, el álbum es el más inmediato de Waxahatchee.
Las letras en este, su quinto álbum, la encuentran lidiando con el crecimiento. No en el sentido simplista que normalmente encontramos en la música personal con P mayúscula, sino un descubrimiento detallado de por qué necesitas superar lo que sea que te atormentaba en el pasado. 'Fire', el que fuera su primer sencillo, es un ejemplo de esto. Una canción que Crutchfield describió como 'una platica motivacional conmigo misma'. ''Y cuando vea hacia atrás/¿me drenarás de nuevo?'' canta sobre una estable base rítmica y guitarras gentiles, ''¿Me dejaras creer que me abrí paso?'', se pregunta a ella misma. Porque las preguntas del álbum nacen de la vida de la misma Crutchfield y la única persona con las respuestas es ella.
La música en el álbum va desde la influencia country y americana de 'Can't Do Much' al indie-folk de 'Arkadelphia'. Estos sonidos permiten que Waxahatchee se eleve a través de estas canciones, permitiendo que su nivel de composición quede en lo más alto. Notablemente, su voz es matizada y vivaz. Suena con menos restricciones que nunca, dándole a cada palabra su propio tiempo, mezclándolas suavemente o dejándolas alargarse por el tiempo que se le antoje. Además, los sonidos que están salpicados por todas partes, ayudan a que el disco se sienta muy sincero. Una guitarra eléctrica aquí y allá, la batería suave, algunas cuerdas, las armonías vocales; estos son todos los elementos en una fórmula química que tiene éxito en todo momento. Katie Crutchfield adoptó la sobriedad entre Saint Cloud y su predecesor. Y aunque no puedo afirmar sin duda que el álbum suena más claro, es difícil ignorar que todas las canciones aquí están escritas desde un punto de vista sin restricciones. En lanzamientos anteriores, nunca dejó que las sustancias nublaran su visión, pero el camino que sigue en este álbum parece posible solo en esta nueva circunstancia. Una que también (solo quería mencionarlo pero tal vez también tiene una ligera influencia) incluye su relación con el trovador indie-folk Kevin Morby, un excelente músico, cuya carrera es bastante paralela a la de Waxahatchee. En última instancia, son las canciones las que llevan a Saint Cloud a la cima de la discografía de Waxahatchee. Sí, quiero decir eso en serio. Esta colección de canciones es excelente y muestra a una compositora ampliando tanto su visión como probablemente siempre quiso, pero que hasta ahora descubrió cómo. "Mírame otra vez, con brasas encendidas", recita en la coda de la bella cerradora 'St. Cloud', (el punto en el álbum en el que que me di cuenta de que nunca me dejó de atrapar) asegurándome de que no vaya a olvidarlo a la mañana siguiente, o todo el año para ser sincero.
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