Texto por Pepe Iglesias
@sound_exposure Me he dado cuenta de que realmente me gusta Currents, el álbum que Tame Impala lanzó en 2015. Verán, cuando conocí el proyecto de psych-rock de Kevin Parker sentía que no había nada que se le pareciera. Escuchar su álbum debut, Innerspeaker, era una una experiencia encantadora para un introvertido, así que el cambio que Parker realizó en su tercer álbum fue, de entrada, desequilibrante. Me tomó un tiempo, pero ahora creo que se merecía toda la atención que obtuvo.
Porque vaya que Tame Impala atrajo la atención. Desde el lanzamiento de Currents han encabezado un montón de festivales y toureado al rededor del mundo, incluso encabezan el cartel de Coachella de este año. Con la ayuda de la implacable ‘Let It Happen’ y la extremadamente groovy ‘The Less I Know The Better’ el álbum impulsó a Tame Impala al escalón más alto de la popularidad en el rock. En The Slow Rush, Parker ha decidido poner la nostalgia al frente, cubierta y rodeada por más beats electrónicos y sintetizadores rítmicos. El resultado es un álbum aún más ligero que Currents.
Eso no es necesariamente algo malo. El álbum fluye sin problema y hay momentos interesantes de principio a fin. La instrumentación ahora le da importancia a otro tipo de acercamiento, uno que nos muestra a Parker viendo el futuro con optimismo. ‘'Nunca quise otra manera de pasar nuestras vidas´', canta en su inconfundible falsetto sobre un sintetizador burbujeante en ‘One More Year’, el tema que abre el álbum. Esta linea habla directamente sobre su reciente matrimonio, y después declara: ‘Se que prometimos hacer esto hasta el día de nuestra muerte, y ahora me temo que lo haremos’, aceptando su nueva realidad. Este tipo de pensamientos aparecen por todo The Slow Rush: estar en paz con tu presente y darse la oportunidad de estar emocionado por lo que viene. Algo que resalta, y que es una verdad absoluta en este punto, es que Parker se ha convertido en un genio del estudio. Cada teclado, sintetizador, caja de ritmos y guitarra están compuestos con un perfeccionismo pasional y eso lleva las canciones a otro nivel. Como ejemplo, ‘Breathe Deeper’. El riff de piano es instantaneamente funky y conserva esa naturaleza aunque haya guitarras y sintetizadores apareciendo inesperadamente. Eso es algo que también se puede decir sobre varias de las canciones incluidas. En el sencillo, y momento destacado del álbum, ‘It Might Be Time’,cuando la canción llega al coro con su batería explosiva, te preguntas como es que funciona con la melodía predecesora, pero lo hace.
Definitivamente hay momentos donde los ritmos y melodías se sienten sobrexplotados o demasiado derivativos. La combinación de los ritmos y arreglos bailables ochenteros y la característica estética psicodélica de Tame Impala no siempre funcionan bien en The Slow Rush. Sin embargo, esto es Kevin Parker llevando todo su talento a una nueva dirección, y es difícil no asombrarse por el hecho de que todo en este álbum, como en los tres anteriores, es un producto de su mente.
Ultimadamente, The Slow Rush mezcla bastante bien el lirismo directo de Tame Impala y su cada vez más compleja y matizada instrumentación. Es bastante fácil de escuchar y está lleno de momentos cautivadores. Si es que hay elementos que lo hicieran parecer un paso hacia atrás de su predecesor, me imagino que esto responde a una realidad mayor. Podríamos llamarle un álbum de transición, principalmente porque la vida personal de Parker ha sufrido grandes cambios. Pero en cuanto a nuevos comienzos se refiere, tomando en cuenta los momentos más fascinantes del álbum, también podemos entusiasmarnos por el futuro. Aún si parece que Tame Impala se ha relajado por ahora.
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